lunes, 5 de mayo de 2014

Que culpa tiene el abuelo, el nieto y el triciclo del nieto.

Que culpa tienen los desarrollos tecnológicos de las acciones de los miserables que hay en el mundo. El invento es de los que pasan desapercibidos y sin embargo ha sido responsable de los grandes avances y desarrollos generadores del bienestar del que goza la humanidad. El responsable del ingenio ó de la idea fue el abuelo (se apellidaba Dunlop) que se le ocurrió ponerle gomas a las ruedas del triciclo de su nieto. Corría el año 1890 aproximadamente. Así comenzó el desarrollo de los neumáticos de los vehículos de todo tipo y una nueva etapa en el desarrollo de las sociedades hacia una bienestar como nunca se ha disfrutado.
Lo que viene a continuación es la consecuencia del comportamiento sin control de ciertas personas (las empresas y las instituciones son en muy buena medida lo que son las personas) y repito del comportamiento sin control. Nunca he oído a ninguno de éstos países pedir perdón, ni pagar indemnizaciones por los daños causados, ni ir a la cárcel los responsables, etc. Ah ya, que pasó hace tiempo y ahora no se puede hacer nada. Perdonen que les diga y una leche. Estamos hablando de nativos del Congo e indígenas de la Amazonia, si fueran otros el tema sería distinto.
Recordar que en aquellas época las colonias tenían una importancia fundamental para países como Gran Bretaña, Alemania y Francia que crearon un club de “grande potencias” con imperios considerables y un sentido de misión histórica y grandeza nacional….(extraído del estupendo libro Años de vértigo de Phillipp Blom de editorial Anagrama). Ahora los clubs se llaman G7, G10, etc.
Veamos los miserables que se enriquecieron a costa del sufrimiento humano y la buena gente que les hizo frente y les derrotó a costa de enormes sacrificios personales.
Los miserables que quisieron aprovecharse a toda costa y sin escrúpulos de la gran demanda de caucho que se generó, fueron el rey belga Leopoldo II (el mayor magnicida de la historia con más de 10 millones de congoleños muertos y masacrados) y el Reino Unido.
Leopoldo II era el el bisabuelo del rey Balduino que por coherencia dimitió porque no soportaba moralmente que se aprobara la ley del aborto en su país. Respeto todas las opiniones y posturas pero no entiendo que con los antecedentes familiares no hubiera dimitido toda la realeza belga hace tiempo. Ya dirán algunos, que los descendientes no son culpables de lo que hicieron sus antepasados. Vale pero que me aclaren algunos detalles: con que dinero se hizo el Palacio de Justicia de Bruselas (que paradoja), el Castillo Real de Laeken sede de la realeza belga y lugar del panteón de los reyes, las 6.700 ha de bosques y fincas agrícolas en las Ardenas, los castillos de Ciergnon, Fenffe, Villers-sur-Lesse y Ferage, etc. Además cuando la propiedad en el Congo ya no le era lo rentable que deseaba, Leopoldo II la vendió al estado Bélgica a cambio de: 330 millones de libras esterlinas de hoy, 50 millones de francos para compensar los sacrificios con la nación del citado rey y la financiación para terminar las obras faraónicas que había comenzado el personaje.
Los ingleses no se les anduvieron a la zaga en el tema del caucho. Solo que lo que hacían era proteger a los caciques del lugar que eran los encargados de masacrar a los indígenas de la Amazonia. Resumiendo, no se manchaban directamente. Que lo hagan otros que yo voy de bueno. Eso si los cacique tenían dinero y mansiones en la zona (son famosos los lujos extravagantes de la ciudad de Manao) y en Londres. Según algunos investigadores por cada tonelada de caucho producida, asesinaban a diez indios y centenares quedaban marcados de por vida con los latigazos, heridas y amputaciones que se hicieron famosos en el noreste amazónico.
La buena gente (buena gente hasta las últimas consecuencias) son los que denunciaron los excesos apuntados enfrentándose a reyes y naciones. Veamos los más notables.
Los misioneros bautistas Alice y John Harris (los que presentaron documentos del Congo, como la foto de un padre sentado en el suelo contemplando las manos de su hija de cinco años amputadas por no haber recogido suficiente caucho).
Edmund D. Morel que peleó, primero solo, hasta derrotar al rey belga sufriendo en las denuncias todo tipo de calumnias y vejaciones, siendo incluso encarcelado. De él llegó a decir Bertrand Russell “una de las pocas personas a las que pude admirar de verdad”.
El irlandés Roger Casement que trabajando para el Reino Unido, denunció con gran repercusión las atrocidades del Congo y del Amazonas. En dicho país y cuando no les interesaba, fue posteriormente denigrado por su condición de homosexual, acusado de ser un nacionalista irlandés, encarcelado, condenado a muerte y ejecutado. Su fama ha crecido últimamente en los países de habla española consecuencia de la publicación de dos libros: uno de R. Casement con parte de su documentación titulado Diario de la amazonia y otro del escritor Mario Vargas Llosa titulado El sueño del celta.
Quiero destacar otros dos libros estupendos sobre el tema. El primero y más famoso sobre el Congo de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas; el segundo sobre la Amazonía del escritor colombiano José Eustasio Rivera La vorágine. Este último es menos conocido, pero es de los que me gusta releer tanto por su contenido como por la forma de escribir y el vocabulario nativo empleado.
Así que ya se sabe, es bueno pensar un poco cuando uno pasea por parques, edificios de las instituciones belgas, edificios de la UE en Bruselas, etc. Más que nada porque en la vida conviene un poco de humildad.