a)
Bueno y recomendable artículo de Arturo Pérez Reverte titulado “Siempre
pinchamos en hueso” y que direcciono al final. Por su significado copio y pego
el párrafo final:
…..….Pero claro. Todo eso
ocurriría en un país normal culturalmente hablando, como lo son Inglaterra o
Francia -¿imaginan si el Quijote lo hubieran escrito ellos?-, y no en esta
triste España en la que no ya los huesos de Cervantes, sino también los de
Calderón, Quevedo, Lope de Vega, Herrera, Claudio Coello, Murillo, Jorge Juan y
tantos otros se perdieron para siempre. Una España en la que, cuando en 1899 se
edificó el actual Panteón de Hombres Ilustres, no se encontraron restos de
ninguno para enterrar allí. Dense una vuelta por ese lugar, que está en Madrid,
cerca de Atocha, y verán que hasta en las lápidas quedamos retratados como lo
que somos y nos gusta ser: Sagasta, Prim, Cánovas del Castillo... Sólo
políticos. La cultura y la ciencia, como de costumbre, ni están ni se las
espera. Por eso merecemos que el año que viene los ingleses, con su
Shakespeare, nos den bien dado por ese lugar exacto donde siempre nos dieron,
nos dan y nos van a dar (finanzas.com/xl-semanal/firmas/por-arturo-perez-reverte/20150510/siempre-pinchamos-hueso-8440.html)
b)
Este fin de semana mientras paseaba con mi perrita Zoe por un barrio de Gijón
he visto que las calles llevan nombres de oficios olvidados que han contribuido
hace no muchos años al desarrollo industrial y a la prosperidad de los países.
Oficios que han dignificado muchas personas y a las cuales todavía una puede
ver paseando (ó en corrillos hablando y tomando el sol) su edad avanzada y sus
achaques consecuencia de trabajos duros con enorme dignidad. Calles
denominadas: Ajustadores, Torneros, Calafateadores, Albañiles, Fogoneros,
Ajustadores, Calafateadores, Electricistas, Fontaneros, etc. Es un barrio
sencillo de trabajadores (por desgracia casi todos jubilados) de los muchos que
hay en España que viven alejados de los problemas y del mundo en el que se
mueven esas castas de políticos, tertulianos políticos, banqueros, enchufados
en las administraciones, funcionarios europeos, etc etc, que llevan años y años
viviendo del cuento. Por fortuna queda gente buena y honrada. También entre
éstos últimos hay algunos.